10 Sep Manual de supervivencia para Padres de hijos Adolescentes
A partir de los 11-13 años, empiezan a ocurrir algunos cambios en nuestros hijos como la voz, apariencia física más adulta, cambios hormonales, reclaman más independencia y pasar más tiempo con sus amigos, empiezan a contraargumentar lo que les decimos…
Esta etapa vital, es una etapa muy desconcertante tanto para los padres como para el mismo adolescente.
Ellos son conscientes de este desconcierto y sufren porque no saben por qué actúan así. Es un proceso normal de su etapa evolutiva. Es un proceso psicológico y emocional que hace que maduren los yoes, la autonomía, etc. Pero es una etapa en que ni ellos mismos se soportan.
Por ello, es responsabilidad de los padres aportar claridad a tanto desconcertó y saber en qué ciclo evolutivo se encuentra su hijo para poder ayudarles a comprenderse.
Hay “dos tipos clásicos y extremos de adolescentes”: “los rebeldes rebeldes” (te chulean, rompen, pegan, impulsivos, etc.) y “el sutil” o “si no lo ven, no es ilegal” (el que no crea conflicto pero que te das la vuelta y hacen lo que les da la gana).
Ambas formas no son más que su forma de mostrar su afirmación del YO. No hay que dejarles, ellos quieren, pero no hay que dejarles. Ahí entra el campo de la negociación, aunque esto implique broncas en casa.
Los rebeldes rebeldes hay que saberlos manejar desde pequeños, hay que enseñarles en casa que no se puede hacer lo que le dé la gana. Porque aprenden que pueden hacer lo que quieran de la forma más inmediata posible y, en la adolescencia, no hay quien pueda con ellos pues sus argumentos y fuerzas son mayores a las de aquel niño. Hay que ponerle normas y límites desde siempre.
Los más sutiles suelen presentar mentiras que, en algún momento, los padres descubren, cosa que enfurece a los padres y que hace que sometan a sus hijos a un tercer grado. Frente a esta situación, el chaval lo vive como una situación de peligro entrando en modo supervivencia y pudiendo responder de forma agresiva, queriéndose ir o quedándose bloqueado y no sabiendo qué responder a las preguntas de los padres (cosa que les enfurece aún más). Esto es debido a que son las tres respuestas innatas de supervivencia frente a una situación que nuestro cerebro interpreta como de riesgo o peligro para nuestra integridad física o emocional, por lo que su respuesta siempre será de lucha (si existe la posibilidad de ganar), de huida (si no puedo vencer) o de colapso (cuando no puedo ni luchar ni huir).
La mayoría están en medio, pero, como cualquier adolescente, siempre querrán hacer lo que ellos quieran y es labor de los padres reconducir ciertas conductas y deseos.
Hay tres reglas de oro que no debemos olvidar nunca:
– Los padres son los que más quieren a sus hijos (el amor de padres a hijos es el único incondicional y se basa en el vínculo del amor y que tiene como base el apego seguro)
– Los padres son los que más amargan la vida a sus hijos (es compatible con lo primero porque tienen que tener límites y normas claras y esto los hijos al final lo entienden)
– Los padres y los hijos jamás serán amigos
Si sólo educamos con lo primero: niños consentidos, adolescentes tiranos y adultos no resolutivos.
Si sólo con lo segundo: son gente fría, duras, autoritarias, rígidos…
Por ello, es importante encontrar un equilibrio entre estas dos primeras pues los adolescentes necesitan el muchísimo amor, pero también tener límites.
Esto no les va a gustar, pues a nadie no gusta no conseguir lo que quiere, y eso va a hacer que te contesten, que se enfaden, que te diga lo mal padre/madre que eres y lo estupendos que son los padres de los demás… pero es necesario para su desarrollo.
Hoy en día, vivimos en una sociedad demasiado permisiva y demasiado cambiante, por ello, es fundamental que dentro del ambiente familiar tengamos en cuenta estos aspectos pues ayudaran al adolescente a tener una idea mental de seguridad y de estabilidad (aspectos fundamentales para un buen desarrollo psicológico).
La adolescencia es una época con profundos cambios:
– Físicos y esto puede dar mucho miedo y desarrollar cierta inseguridad
– Inestabilidad Emocional
– Inseguridad personal
– Necesidad constante de afirmación por parte de los amigos
– Rebeldía ante las normas
– Alteración de la percepción física e intelectual
– Gran confusión de sentimientos
– Descubrimiento de la sexualidad
– Búsqueda autoafirmación “Yo soy”
– Búsqueda de identidad “¿Quién soy?”
Cuando bajan las notas, no es por falta de capacidad intelectual, es por la interferencia de todos estos cambios y sucesos que están experimentando.
La mayoría de los problemas de los adolescentes tienen que ver con los problemas afectivos y los padres dejan de ser el referente de seguridad para ellos dónde poder compartir sus inquietudes.
Digamos que los padres son como un entrenador personal de los hijos y es fundamental hacerles sentirse acompañados, aunque estos nunca consulten, pues, si creamos esta base segura, a partir de los 20 te van a consultar y van a poder abrirse en diferentes aspectos de su vida con vosotros, aunque luego tomen sus propias decisiones.
En la adolescencia, parece que se rompen todos los esfuerzos que hemos puesto a fuego lento durante toda su infancia, pero no es así, todo el esfuerzo no cae en saco roto, volverá a aparecer a los 20 años, cuando su cerebro termine de hacer algunos cambios madurativos.
Los padres deben estar de acuerdo con las decisiones que se toman, sino puede haber conflictos en la pareja y repercutir así en el adolescente.
No olvidemos reforzar conductas positivas y dar premios.
Si le quitamos todo no conseguimos nada y sentimos que es un caso perdido. Los padres pueden sentirse frustrados, agotados y, al sentir que ya no les quedan recursos, pueden pensar que han fracasado como padres. Es mejor empezar con una o dos normas y, una vez se consigan, ir subiéndolas a intentar conseguir todo de golpe. Las metas/normas deben ser siempre realistas y alcanzables.
En la adolescencia, se produce una poda neuronal que hace, entre otras cosas, que los adolescentes sólo pueden atender 20 minutos (en el caso que les interese, si es una bronca su atención se reducirá a 2 minutos). Una vez pasan esos 20 minutos, algo interior o exterior pasa y desconectan. Están la mayor parte del tiempo ensimismados. Por ello, las charlas sólo deben durar más de 5-10 minutos, porque con los padres es mucha menos atención la que prestarán.
Igual que a nosotros, como adultos, nos cuesta concentrarnos si tenemos a nuestro alcance cualquier red social, es fundamental hacerles entender que estudiar con las tecnologías cercas es imposible por mucho que ellos digan. Hay que pactar que, durante el tiempo de estudio, no tendrán el móvil cerca pues les impedirá concentrarse de forma óptima. Aunque ellos digan que pueden y que serán responsables, es importante que sepan que es un elemento distractor muy potente y que pueden hacer uso de él en los ratos que descansen, pero no durante el tiempo de estudio.
¿Qué sucederá? ¿Crees que estudiará sin rechistar y te dará un abrazo por tu sabio consejo? NO, CLARO QUE NO. Primero estará rebotado y no estudiará esa tarde, pero luego al final lo hará. Por ello, es importante que los adultos nos podamos mantener firmes en nuestras decisiones y darles una explicación argumentada y razonada de porqué tomamos ciertas decisiones.
En medida de lo posible, les vamos a involucrar a ellos en las normas y límites, pues de esta forma será más fácil para ellos asumirlas y cumplirlas. Además, les estaremos enseñando a ser autocríticos, a tomar decisiones adecuadas y a asumir las consecuencias de sus actos.
Tienen que aprender a buscarse la vida, prepararse para ella porque, si siempre somos nosotros los que les resolvemos todo, creamos personas incapaces de afrontar las dificultades que les presenta la vida y los padres no son eternos.
Querer lo mejor para nuestros hijos no es evitar que se caigan ni dejarles solos ante el peligro, sino tenderles la mano cuando la necesitan, recogerles con amor, protegerles si fuera necesario, y enseñarles alternativas o dónde pueden encontrar ayuda para solventar lo que necesitan.
Aunque se nos remuevan las tripas, hay que dejarles que se caigan. Si hay amor, seguridad y estabilidad en casa, lo superarán todo.
La adolescencia es un proceso que se divide en dos grandes crisis que aparecen de forma paralela:
– Identidad
– Autoafirmación
Los adolescentes necesitan que estén sus padres en casa, pero no en su habitación. Te necesitan como figura en su vida y esperan que cuando hacen algo bien se les felicites y, si hacen algo mal, también esperan que se lo digan también (es decir, que le pongas límites, aunque se enfaden).
Cuando un niño se siente querido, aceptado de forma incondicional y con un ambiente de seguridad en casa, es capaz de superar cualquier adversidad, aunque sea con mala cara.
“Yo soy mayor y hago lo que me da la gana”
La adolescencia, es una etapa vital donde el joven expresa por activa y por pasiva su capacidad de autonomía e independencia (sin ayuda de nadie). No hay que dejarles hacer lo que les da la gana y decidan todo, pero sí hay que aprender a negociar con ellos porque tienen voz y voto ya.
La adolescencia es una etapa en la que todo cambia, aunque todo siga igual:
– A nivel emotivo-afectiva
– A nivel social-familiar
– A nivel escolar
– A nivel vocacional-profesional
– A nivel valores y aspectos religiosos
Todos estos cambios hacen que se comporten de la siguiente manera:
– Irritabilidad y distante (por creer que no son comprendidos)
– Reservado (temen el ridículo, pues es un momento evolutivo donde el reconocimiento y la reputación social son de vital importancia)
– Narcisista (están pendientes de sus cambios constantes, es un proceso evolutivo)
– Deprimidos (porque parece que nada les sale bien)
– Rebeldes y provocadores (quieren autoafirmarse y decidir por sí mismos)
– Desafiantes (es el único modo que conocen para que los padres le dejen en paz, por rebeldía o sutileza)
– Hiperafectivos (necesitado constantemente de afecto y cercanía, pero no os lo pedirán como cuando eran niños. Ahora hay que escucharles, reforzarles, saber qué opinan…)
– El mundo afectivo del adolescente está centrado en sus amigos y harán todo lo que sea impensable por ellos (hacen disparates por ellos).
Reglas básicas que todo padre debe conocer a la hora de interactuar con su hijo adolescente:
– Proponer
– Exponer
– No imponer
– Negociar (aunque existan cosas que sean innegociables)
Paradojas adolescentes:
– No me agobies… pero no me olvides
– No me preguntes… pero preocuparte por mí
– No vayas a verme… pero estate allí (se acuerdan de lo emocional)
– Ignórame… pero quédate conmigo
– Quiéreme… pero no me toques
– No me controles… pero preocúpate por mí
– No me corrijas… pero oriéntame
– Déjame hacer lo que yo quiera… pero márcame el camino
Lo que realmente hay que hacer es lo segundo, aunque no te lo pidan, porque ellos sólo te mostrarán la primera parte.
También, es importante saber que los adolescentes tienen el don de querer hablar cuando tú no estás en condiciones o justo no puedes atenderles como necesitan. Sólo se le puede contestar con monosílabos y seguir haciendo lo que estabas haciendo y mirándole de vez en cuando. Cuando tú quieras hablar con ellos no querrán.
5 temas claves para mantener la comunicación con los adolescentes:
– Deportes
– Música
– Ropa
– Cotilleos vida de los demás
– Otros hobbies
Son temas superficiales, pero mantienen la relación entre padres e hijos.
“Con tu madre/padre se puede hablar”. Es una forma de mantener la comunicación para ellos que ayudará a que, cuándo realmente necesiten de ti, ya habremos creado una base para que ellos sepan que pueden hacerlo.
Hay que tener charlas con él, pero no responderán como quieres. Estas 5 claves ayudarán a que se mantenga la relación mediante vías de comunicación superficiales y que cuando sean mayores os cuenten cosas importantes.
No quitar todo ni castigar por todo:
Los incentivos siempre ayudan a motivarse por recibir un premio al final del logro (igual que en los trabajos recibir incentivos por conseguir ciertos objetivos ayudan a trabajar motivados).
Siempre hay algo que les motiva (aunque sea algo insignificante o algo que no sea algo material: clases de música, viaje, etc.) y es algo que podemos utilizar a nuestro favor.
También, debemos ser conscientes que, si decidimos castigar, estos deben ser castigo que se puedan cumplir, es decir, que sean realistas y con un fin, para reforzar que los cumplen.
Resumen de Pautas para Padres de hijos Adolescentes:
– Negociar “casi todo”
– El quitar y quitar no garantiza que la conducta vaya a cambiar
– Saber esperar sin desesperar
– Los resultados son a largo plazo
– Ante conductas muy disfuncionales tienen que haber límites contundentes
– Acompañar, reforzar, recoger y proteger
¿Qué pasa cuando todo esto no es suficiente?
En ese caso, es importante realizar una buena historia clínica del adolescente y de los padres para entender qué está pudiendo pasar para que este proceso esté estancado.
Por ello, ofrezco ayuda profesional tanto a padres como a hijos para poder solventar estas dificultades y mejorar la relación familiar y personal de cada integrante de la familia.
No hay comentarios